Actualmente, gran parte de los/las adolescentes poseen un teléfono o un dispositivo
con acceso a Internet que les permite acceder a las redes sociales de manera cotidiana.
Debido a la reciente situación producida por el Covid-19, su uso ha aumentado desde enero
de 2020 a enero de 2021 en un 27%, según el diario Expansión. Las RRSS resultan una
herramienta muy útil, ya que estas nos permiten conectarnos con personas de todo el
mundo de forma instantánea, y están resultando de gran utilidad en diversos campos, entre
ellos el educativo. A pesar de la rapidez y de su facilidad de empleo , las RRSS también
acarrean consecuencias negativas, derivadas del uso malintencionado de estas, como por
ejemplo el ciberbullying.
El ciberbullying o el acoso virtual es un conjunto de acciones realizadas a través de
las tecnologías de la información y de la comunicación con el objetivo de realizar daño a
otra persona. La gran expansión de las redes sociales y el acceso cada vez más temprano
a los dispositivos digitales, ha hecho también que el ciberbullying se propague cada vez
más, provocando que en muchas ocasiones el acoso producido clase se traslade al acoso
en Internet.
La peligrosidad de este fenómeno reside en el anonimato, la no percepción directa
del daño causado y la adopción de roles imaginarios en la red, lo que provoca una falta de
empatía de los espectadores hacia as víctimas del ciberbullying , produciendo unas
consecuencias aún mayores ante la divulgación sin límites. A diferencia del acoso
tradicional, esta violencia puede transmitirse en cualquier lugar y en cualquier instante,
además de llegar a ser visualizado por miles de personas, incluso aquellas que no conocen
a la víctima.

Según la encuesta realizada por Save the Children en 2019 a 400 jóvenes de toda
España, más de las tres cuartas partes de los encuestados han sufrido violencia online
durante su infancia. Concretamente, los porcentajes de ciberbullying se situaron en un 40%.
Las víctimas de ciberbullying lo sufrieron por primera vez entre los 8 y los 9 años, y afecta
en mayor medida a las niñas que a los niños. Mientras la mayoría del acoso fue por parte de
un amigo/a o compañero/a del colegio, en casi el 16% de los casos se trató de una persona
desconocida.
Como medidas preventivas para evitar estos casos de ciberbullying, desde las
escuelas es muy importante educar al alumnado en su uso responsable y adecuado,
además de controlar y frenar el uso indiscriminado de las redes sociales por parte de los
menores. Desde asignaturas como TIC, es fundamental transmitir la importancia que tiene
cuidar su identidad digital, así como el conocimiento y la aplicación de filtros de privacidad
que limiten el número de personas que pueden ver su contenido y comunicarse con
ellos/as. Por último, se debe evitar siempre, en la medida de lo posible, aportar datos u otra
información personal en la red si no es indispensable o desconocemos la finalidad con la
que van a ser usados , ya los acosadores obtienen información sobre nuestra vida personal
y aprovechan aquellas interacciones como comentarios y mensajes privados para ejercer el
acoso. Otras de las medidas que se pueden llevar a cabo desde las escuelas es elaborar
reuniones y charlas donde se aborde el ciberbullying y se enseñe a los estudiantes a como
denunciarlo, así como crear grupos de apoyo, para ayudar a aquellos que han sufrido o
están sufriendo acoso por la red. Otro aspecto fundamental para abordar los casos de
ciberbullying es el de mantener una adecuada comunicación con las familias, para
comentar los problemas que puedan surgir y enseñarles a ayudar a sus hijos/as ante el
ciberacoso. Por último, es imprescindible que los centros elaboren un protocolo de
actuación escolar de ciberbullying para poder detectarlo y afrontarlo.
Artículo para Taller de Educación – Laura Castrelo Roma

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